La tranquilidad, encontrar calma parece una odisea. Observando la foto de portada, una joven reposa plácidamente, piernas en alto, su mirada fija en el cielo. ¿Su búsqueda? Quizás una tranquilidad anhelada, un sueño cercano a muchos, el ansiado oasis dentro del caos. Descubramos cómo se puede alcanzar este remanso de paz.

Algunos dicen que la paz es un estado, no un lugar. No se encuentra en las profundidades de un bosque, ni en la cima de una montaña, tampoco en un retiro espiritual alejado de todo. Esta reside dentro de nosotros, en nuestra propia mente y alma. Siendo así, ¿Por qué parece tan inalcanzable?

Observa de nuevo la foto de la chica. Ahí yace, sin lujos, ni adornos. Solo ella, sus pensamientos y el cielo infinito. En ese momento, no está pensando en facturas por pagar, ni en promociones laborales, tampoco en las preocupaciones del mañana. Solo se sumerge en el presente, disfrutando del ahora.

La tranquilidad se encuentra en los momentos más simples y auténticos, en el respirar y soltar, en el dejarse llevar por el viento de la vida sin resistencia. Como un barco que se mece en la superficie de un lago tranquilo, nuestras mentes pueden encontrar paz en el movimiento constante y suave del presente.

Entonces, ¿Cómo logramos este estado de calma y serenidad? Aquí radica un gran misterio.

Una pista más, recuérdalo, la chica. Su actitud despreocupada, su total entrega al momento, su decisión de dejar de lado el mundo por un instante y simplemente existir. La vida no es un problema a resolver, es una experiencia a vivir. Si te enfocas en cada paso del camino, en cada respiración, en cada sensación, te encontrarás más cerca de la calma que buscas.

La tranquilidad no es un destino, es un viaje, uno que comienza y termina en nosotros mismos. En cada decisión consciente de parar, respirar y simplemente ser. No necesitamos huir a montañas remotas, solo necesitamos mirar dentro de nosotros, aquietar la tormenta interna y permitir que el silencio nos envuelva.

Vuelve a la foto de la chica. Imagina su expresión relajada, la comodidad de su postura, el misterio de su mirada perdida en el cielo. Esa podrías ser tú. Solo necesitas detenerte, respirar y existir. Deja que la tranquilidad te encuentre, te envuelva, te transforme. Descubre la paz en medio del caos, el silencio en medio del ruido, el ser en medio del hacer.

Tranquilidad, el regalo más precioso que podemos darnos a nosotros mismos. Un regalo que está siempre a nuestro alcance, si tan solo nos atrevemos a buscarlo. No está escondido en alguna parte, está aquí, ahora, en este instante, esperando a que decidas encontrarlo.

Así que, la próxima vez que te sientas abrumado, mira la foto de la chica. Recuerda su calma, su paz, su serenidad. Luego, cierra los ojos, respira profundamente, y descubre tu propia tranquilidad. Porque, después de todo, no es un lugar al que debes llegar, es un estado que ya llevas dentro.

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